JUNTOS PODEMOS CONSEGUIR LO QUE SEPARADOS SOLO HABRÍAMOS SOÑADO
Chauss
SUEÑO FALLERO
CHUKYPOLLO
TODOS SOMOS MIREIA
“VOLVEREMOS”
EL_EXPLORADOR
UN TROÇ DE SURO VAIG SER JO
LlunaNela
CLAUDIA
Lucia de Miguel
SUEÑO CON VOVER A SENTIR...
Rave B.H.
¡¡AMPI, LA FALLERA MAYOR!!
Sorti20
A MI YO PASADO
Mantilla de Media Luna
MIQUEL
Miquel
AMPARIN
Nacar
VALENCIA,DISTRICTE MARITIM I LES FALLES
Tró de Bac
Ganador Infantil
COMO RESOLVER UN PIC I PALA EN 4 HORAS
El pájaro picotea la ventana. Son ya las 9 menos cuarto. Hoy no hay clases. Es
sábado. Así que tenemos todo el finde para hacer lo que queramos. Me presento. Soy
Lía. Ahora mismo estoy tumbada en mi cama, tratando de imaginar que el pájaro no
está para seguir durmiendo.
-¡¡Líaaaa, te están esperandoooo!! -esa es mi madre. ¿Esperando para qué? Voy a
preguntar.
-¿Esperando?
-Sí. Son Manuel, María y Teresa. ¿No te acuerdas que habéis quedado para ir al pic i
pala?-dice mi madre.
¡Ostras!, es verdad. Como un rayo, veo la camiseta de la falla y me la pongo. Me lavo
la cara, me cepillo y me hago la coleta. Bajo pitando a desayunar para encontrarme
un vaso de leche con galletas y a mi madre que me dice -¡Ale!, ya puedes correr.
Desayuno rápido para no llegar muy tarde, pero no tanto como para ahogarme.
-¡Adiós mamá!-le digo vigorosa por la carrera que me acabo de pegar y me pongo la
mascarilla. Al bajar, todos me reclaman.
-¡A buenas horas!, ¿se te han pegado las sabanas o algo?-ese es Manuel.
-Eso da igual, vamos que llegamos tarde.-digo yo.
-¡Ah!, y ahora te entran las prisas, ¿no?-dice Teresa.
-¡Vaaa chicos! Dejad de discutir, que entonces sí vamos a llegar muy tarde.- dice
María. Entonces me percato de que lleva unos moños muy bonitos.
-Me gustan tus moños.
-¡Gracias!
Todos corremos al casal. Menos mal que está enfrente de mi casa. Llegamos a las 9
y cuarto y ya nos esperan todos.
-Ya están aquí. Vamos chicos; le queda poco al autobús.-dice Marian, la delegada de
infantiles.
-¡Vinga xiquets! Que vamos a por todas. Tenemos a Manuel, nuestro nuevo fichaje,
¡y vamos a ganar!- ese es Paco, el delegado de deportes.
Llega el autobús y subimos ordenadamente. Este autobús lo compartimos con otra
falla, la falla Botes Planes. Ganan todos los años. Y por si os lo preguntabais, nosotros
somos la falla Regines Petxines.
-¿Y vosotros sois con los que compartimos autobús? Pensaba que ya os habían tirado
del concurso por perder tanto.-dice Rebeca. Ella es de la otra falla, y siempre está
presumiendo porque siempre ganan.
-Tú tampoco fardes mucho, que quedamos segundos el año pasado. -dice María.
-¡Uy!, ¡ya ves, segundones! –le responde Rebeca con aire triunfal.
Por fin hemos llegado. Rebeca ha estado fardando de lo buenos buenísimos que son
y recordándonos lo malos malísimos que somos todo el camino. En fin, Rebeca,
insoportable como siempre. Al llegar todos están ya allí.
Veo a un señor, al que no se le ve la cara, que lleva una bolsa de basura llena. Se
tropieza y veo un poco de su contenido: algo dorado y brillante. Nervioso lo recoge
rápido y me llaman la atención sus ojos verdes. Todos lo pasan por alto, menos yo,
que le veo actitud sospechosa.
Las dos fallas nos separamos. Nosotros nos vamos al parque a almorzar. Cada uno
ha traído una mochila con agua y almuerzo. Terminamos todos de almorzar y Paco
nos recuerda el horario.
-Venga chicos. Son las 10 en punto y el pic i pala empieza a y media. Tenéis un rato
para jugar, ir al baño, conocer a los demás, practicar,…
Mis amigos y yo nos metemos en una casa que hay en un árbol. Una vez arriba, les
cuento lo del hombre de ojos verdes. Abajo hay una especie de bosque que impide
que desde abajo puedan vernos. De repente se oye un ruido, como de algo metálico.
Todos nos asomamos a ver que es. Por suerte Manuel lleva sus prismáticos, siempre
los lleva a todas partes, y al mirar descubrimos al hombre de los ojos verdes, pero con
otra persona. Los dos llevan sombrero y traje. El nuevo lleva una neverita portátil. A
duras penas podemos escuchar su conversación.
-Aquí está, lo prometido-dice el nuevo, entregándole al otro un fajo de billetes.- Ahora
dame los lingotes de oro Fran.
-Toma.-le da la bolsa y el otro la mete en la nevera.-Gracias por el trueque.-cuenta los
billetes y dice enfadado.- Falta dinero Tobías. Faltan 1.500 euros. Ya puedes
conseguirlos.-del grito que pega, el hombre de la neverita se tira para atrás y se le cae
el sombrero. Entonces se distingue que tiene el pelo rubio y rizado.- Recuerda, que
se dónde vives.- Y se va pegando pataletas. El hombre rubio recoge su sombrero y
de repente…
-¡ACHUUUÚSS!- María pega un estornudo tan fuerte que se podría haber caído el
árbol. Bueno, no tanto. El tal Tobías mira hacia arriba. Todos nos escondemos menos
Manuel, del que tenemos que estirar para que no le vea.
-¿Pero que ha…-no le dejamos acabar porque ese tal Tobías sigue ahí. Cuando
estamos seguras de que se ha ido, le dejamos hablar. -¿¡Pero qué hacéis!?
¡Podríamos haberle visto la cara!-dice Manuel todo enfadado.
-También podría habérnosla visto él y tenernos fichados.-dice Teresa. Manuel se da
cuenta de que tiene razón, y se relaja. Pero la calma no dura mucho, porque
escuchamos a alguien que sube. Rápidamente, todos dicen “nome” menos yo, y me
toca mirar. Se ve a un señor que lleva sombrero y traje que está subiendo.
-Sabe que le observamos y… ¡está subiendooo!- todos ponen cara de susto. Tenemos
que pensar rápidamente en un plan. Miro a una tirolina que hay en el árbol. Luego
miro a María. - ¿Le tienes mucho aprecio a tus moños?-Inmediatamente, todos saben
lo que voy a hacer.
Lo ejecutamos sincronizadamente: Teresa le deshace un moño a María, mientras ella
se deshace el otro; Manuel y yo cogemos las gomas de María; con una coleta atamos
la puerta de la casa y con las 3 últimas coletas atamos las ventanas. Eso le ralentizará.
Por último, subimos a la tirolina para escapar. ¡Conseguido!
Llegamos corriendo al pic i pala. Hemos llegado 10 minutos tarde, pero por suerte no
nos tocaba aún. Buscamos con la mirada al hombre de los ojos verdes llamado Fran,
y encontramos a varios sospechosos. De repente, una mano me coge de la espalda.
-¿Dónde os habíais metido? ¡Os toca en la siguiente!-Uf, menos mal. Es Paco.-Espero
que estéis preparados.
-Paco, tenemos que contarte algo.-le dice Teresa. Íbamos a cortarla, pero no ha hecho
falta, porque Paco le contesta.-Luego, os toca ya.
Estaba claro que teníamos que ganar (por Rebeca, claro) pero no podíamos
concentrarnos con todo lo que estaba pasando. Entonces, Manuel dice -Sé que estáis
nerviosas, yo también lo estoy. Pero tenemos que concentrarnos. Nos hemos
esforzado mucho para llegar hasta aquí y no podemos rajarnos ahora. Jugamos,
pasamos a la siguiente ronda, y seguimos investigando.
Todos nos quedamos más tranquilos, y lo damos todo en el partido. Cada uno marca
al menos un punto, hacemos los partidos que quedan, y pasamos a la final.
-Parece que estabais preparados. ¡Muy bien!- Paco está orgulloso. Eso es bueno. Nos
vamos corriendo al parque, y revisamos que Tobías no siga arriba. Por suerte no está,
así que vamos a investigar por grupos. Por un lado, Teresa y Manuel; y por el otro,
María y yo. Ellos suben al árbol a vigilar y a investigar que pasó después de que nos
fuéramos. Nosotras vamos a buscar por los alrededores a alguno de los dos hombres.
En un banco del parque hay un señor fumando, con un sombrero y traje, y una
neverita. Un pequeño rizo rubio cae sobre su cara. Inmediatamente le reconocemos y
vamos hacia él. Por desgracia, nos reconoce, y comienza a correr. Nosotras corremos
detrás de él, y nos damos cuenta que nos hemos alejado mucho. ¿Dónde estamos?
Parece un garaje abandonado.
-Tengo miedo Lía… No sabemos dónde estamos.-María parece realmente asustada,
así que voy a consolarla.
-Eso podemos averiguarlo luego. Tenemos al hombre acorralado, y a Google Maps.-
como habréis notado, lo de consolar no es lo mío.- Ahora lo importante es atraparlo.
-¿Pero cómo? Sólo somos 2 niñas.-Tiene razón. No sé qué hacer, por primera vez.
Empezamos a deprimirnos, y nos damos cuenta de que el hombre ha huido. Una
lágrima me corre la cara, y María me abraza. Todo va mal, hasta que se empieza a
oír una sirena. Y entran Paco, Teresa y Manuel. Estamos… ¡salvadas!
-Chicos… ¿Cómo nos habéis encontrado?- dice María limpiándose las lágrimas.
-No os lo vais a creer. Se lo hemos contado a Paco, ¡y nos ha ayudado a atraparlo!
Entonces el hombre nos dijo su guarida y vinimos aquí con la policía.- Todos nos
abrazamos, pero nos acordamos del pic i pala.
-¡NO HEMOS IDO!-digo yo alterada.
-¡CORREEED!-dice Teresa. Los policías nos llevan de vuelta a la competición con
mucha rapidez. La falla Botes Planes estaba celebrando que habían quedado
primeros, y Rebeca en cuanto nos ve empieza a hacernos burla. ¡Hemos perdido, otra
vez! O eso creíamos. Los policías se levantan y le cuentan a los de la agrupación la
enorme labor que hemos hecho atrapando a dos criminales que la policía no había
podido atrapar. Todos nos aplauden, pero al final hemos quedado segundos, un año
más. Aunque no volvemos con las manos vacías; los policías nos dan una medalla
por ayuda a la comunidad.
Tras el pic i pala, cogemos el autobús de vuelta a casa con la falla Botes Planes y,
como no, con Rebeca.
” — Loto
Ganador Juvenil
VALÈNCIA NO RIU
I ara… Ara estic ací, asseguda en una de les velles cadires de
plàstic color blanc, notant l’aura que m'arriba des del meu volgut
Marítim, mentrestant observe als meus amics de tota la vida, gaudir
d’aquesta nit del dissabte dia 7 de març…
Mentre esperem el començament de la verbena, es troben tots
raonant.
Entre altres, es troba el meu millor amic desde menuts, el meu
còmplice, Ignaci, el vec disfrutar i em plena de satisfacció… per altra
part es troba Soraia, la cual no sempre està a València perquè viu en
un poble de Castelló. A més estàn, la Marta, la Berta, el Jesús, el
Carles, Llorenç i la Aitana.
Estem parlant tots de que pareix mentida que ja siga l’últim
any formant part de la Comissió Infantil.
- Ey, xics, sou conscients de que aquest pròxim any ens tindrem que
muntar la nostra pròpia taula per a dinar i sopar? - va comentar el meu
millor amic Ignaci.
- No vuic ni pensar-ho! - va contestar Soraia la Castellonenca.
La veritat és que pense que anem a notar el canvi, però ens ho
anem a passar genial preparant-ho tot.
Esta nit n´hi ha verbena, nosaltres cantarem i ballarem totes les
cançons que sonen, junts, com a bons amics, com a bona família…
Bo, vos deixe, que comença la música!
Ja estic a casa, em piten els oits, no note les cames, se’m
tanquen els ulls i em fa mal la gola de les rialles i de cantar, desde les
cançons més mogudes fins a les més sentimentals. Me tombe al llit i
poc a poc note que m’adorc.
Òbric els ulls, ja és de dia, diumenge 8 de març, hui és
l’arreplegà, n'hi ha dinar a la falla i a més vaig a la cridà, va a ser un dia
genial.
Mentre anem trucant a les portes per a que els veïns aporten la
voluntat per a la falla, va preguntar Llorenç:
- Escolteu, heu sentit que n’hi ha un virus a la Xina que és molt
contagiós? -
- Si, ho he sentit, però, res, no crec que arriben fins ací els contagis. -
va contestar Ignaci.
- Bo, anem a gaudir del que mos puga quedar, mai sabem el que pot
ocórrer. - vaig dir.
Encara que realment, el que pense al meu interior és que
desitge que no arribe fins a Espanya, concretament fins a València,
però, tot es vorà amb el temps… No puc imaginar-me un any sense les
falles, sense els meus amics junt a mi… seria difícil.
Però la veritat és que la gent no parla d’altra cosa.
Arribe a casa i no pare de pensar que el dissabte 14 de març
és l’arreplegada del ninot i per fi comencen “LES FALLES”.
“·Dilluns dia 9 de març·
Doncs… diari, t’he tingut oblidat el cap de setmana, però és perquè en
la falla no hem parat en torreta, sopar, verbena...
Hui el dia se m’ha fet molt llarg, imagina’t la resta de la setmana. Al
col·legi sols es parla del virus i d’aquest divendres, dia 13, per què és
un dia tan esperat? Perquè farem xocolatà a classe, per esmorzar, i…
comença la millor setmana de l’any.”
“·Dijous dia 12 de març·
Aquestos dies he tingut prous exàmens i no he tingut temps d’escriure,
però, hui és diferent, demà és la xocolatà al cole i és l’últim dia que
anirem a classe presencial durant una temporada… Te conte:
Hui he arribat a casa a les 17:15 de la vesprada i mentres me prepare
el berenar, de sobte me toca per telèfon el meu iaio i me diu que
segurament el dissabte 14 de març anem a estar un llarg temps
confinats… en eixe moment se me va caure el món damunt, ho veia
vindre, però, tenia confiança.”
Les notificacions del mòbil comencen a sonar de manera
repetida, es tracta del grup de la falla, tots comenten la situació i a mi
només m'abelleix expressar el que senc en aquest mateix moment, un
barreig de ràbia i dolor que té pinta d’esclatar en un llant de paraules.
·SENTIMENT·
Bo…ací estic, com sempre que necessite expressar d’una manera
especial el que ocorre per dins de mi i que passa pel meu cap com si
foren diapositives sense fi... No sé realment el que està passant, ni
com, ni perquè a nosaltres… n’hi han tantes preguntes que
probablement no tinguen resposta que em fa por formular-les...
Anant a lo més important i a lo que realment senc en aquest moment:
“Despertant els nostres cors, l’any 2020 VALÈNCIA NO RIU.
Falla, reineta meua, enguany, hi haurà milers d’estoretes velletes que
hauran d’esperar al pròxim exercici per eixir al carrer. Desde el
moment que van anunciar la suspensió de les falles tinc el cor realment
encés en flama, tinc el cor sense sentiments definits, em falta algo,
perquè quan et priven d’una festa, una tradició, una costum… Et dones
conter que aquesta et fa feliç, que t’ompli d’orgull, orgull de ser
Valencià, per ser un més, per ser faller… Perquè només nosaltres
sabem el que significa canviar el soroll del despertador, per el soroll de
la despertà; canviar el teu pentinat de costum, per els monyos de
fallera; canviar els passejos, per els camins cap al casal; canviar
l’armari tradicional, per l’armari faller; canviar les bosses amb llibres,
per rams de flors; canviar per fer el que t’agrada…
Sé que el que em passa a mi amb les falles, és amor, un amor
abstracte, no les puc abraçar, però... les puc notar, olorar.
Aquest any vaig a tirar de menys eixir al carrer i poder dir: -Quin solet
mos ha eixit hui-, vaig a trobar a faltar els nervis per les mascletaes
que et fan tremolar, per els premis, per fer festa, per fer tradició, per fer
falla des del primer fins a l'últim dia.
A mi, em plena d’il·lusió quan el dia de l’ofrena, a la revolta
d’abans de l’arc de la catedral de València, que és per on entrem la
meua zona, la zona Marinera, senc pronunciar ben alt el nom de la
meua falla, acompanyat dels noms dels nostres representants… En
eixe moment senc de fons la música, els aplaudiments, la gent... Me
sorprèn un any darrere d’altre, de sobte topar-me amb una gegant e
incompleta estructura de madera la qual pareix mentida que tots els
fallers i falleres des dels més menuts fins als més majors, formem una
gran família per a plenar d’emoció a la nostra Verge dels Desamparats,
regalant-li cadascú un trosset de la nostra ànima fallera.
Valencia que és la terra de les flors, de la llum i del amor, es va
a quedar amb les ganes de notar, com de costum, l’olor a clavell
completant el faldó de la Verge…
Ara mateixa contemple com la tinta del bolígraf s’escampa al
caure les llàgrimes al quadern, formant rogles menuts, deixant les
fulles humides per tal de que quan es sequen, queden ondulades, fent
record del que estic vivint, de forma que, ho torne a llegir i puga
recordar com si ho estigués tornant a viure…
En aquestos moments sóc una persona, que no es troba, està
buida, li falten les paraules i li sobren els motius per els que escriure.
En aquestos moments sóc un quadre en blanc i negre, que careix de
color, està apagat…però, sóc conscient de que prompte s’omplirà de
color.
Sembla que el que queda per escriure en aquest llibre, em va a
marcar molt…
Per tot el que senc, sols em queda dir:
Visca València i que visquen les falles!”
”— La bunyolera d’or
Ganador Adultos
LA GAVIOTA
Esa madrugada del 21 de diciembre volvía a casa contento y feliz. Tras haber ganado
su partida de truc del campeonato de la Agrupación del Marítimo, la noche se había
convertido en algo especial. Ahora, El Negre, hombre apuesto, elegante y de grave
voz, venía a recoger a su hijo para salir a pescar.
Como los botes de aceite de coche nunca fallaban, la temporada del pulpo había
concluido bien en noviembre. Aún quedaba para febrero cuando lanzarían les polleres
para la sepia. Verían pues qué habían capturado para Nochebuena.
Levantó a su hijo a las 7 de la mañana. Entró sigilosamente en su habitación y dándole
un beso en la mejilla a su mujer sin despertarla, salió en silencio.
Junto al coche, un 131 Supermirafiori de color ocre anaranjado, les esperaba
ilusionado el noviete de su hija, que ya había salido con ellos otras veces. Completo
el grupo, partieron camino de Alboraya por Maestro Valls, dejando atrás la palmera,
hasta la avenida del Puerto, donde doblarían a mano derecha. Esa vía, que durante
el franquismo había recibido el nombre oficial del doncel Luis Felipe García Sanchiz,
marinero muerto a bordo del Baleares durante la Guerra Civil, les conduciría hasta
Cardenal Benlloch donde girarían buscando la carretera de Barcelona. Llegaron a Port
Saplaya y dejaron el coche junto al muelle.
Antes de subir a bordo, pasaron por el Micalet a tomar un café. Pedro le dio una
moneda a su hijo Pedrín para echarla en la máquina tragaperras y le tocó. Como Foni
estaba ansioso por embarcar, tras el frugal desayuno los llevó a la barca y retiraron
las mantas que la protegían. Ya habría tiempo de almorzar a la vuelta.
La vieja bañera de tres metros y medio de eslora que le habían regalado unos
pescadores retirados del Cabañal al comprarles las redes, no tenía nada que ver con
la barca de vela en la que su padre le había enseñado. Tampoco era comparable a
aquella que les había procurado tanto sustento a él y a sus compañeros. Aún así, la
había nombrado Amparito, en recuerdo de aquella en la que aprendió, pues le valía
exactamente para su propósito de enseñar a los dos chavales el oficio de la pesca.
Aquella gelor de ponent amenazaba temporal y mandaba salir a recoger las redes,
seis buenas piezas de cincuenta metros, a unos doscientos metros de la costa. El día
estaba nublado y frío, muy frío, pero sin viento ni oleaje. Además, la bocana
complicada por ser propensa a formar remolinos era una vieja conocida. Ningún
problema para un marinero experto como Pedro que había salido a faenar con su
padre y su hermano mayor desde su más temprana edad.
Sortearon con habilidad los peligros de la bocana y ya en mar abierto, la mar, calma,
les invitaba a surcar sus aguas.
El día había empezado bien. Muy bien.
En el cielo una gaviota mecía sus alas al viento, buscando algún pez que saciara su
temprano apetito, cuando con infinita mala suerte miró directamente a los ojos del
irritable Neptuno, quien tomó como una muy grave afrenta aquella mirada.
Contrariado por el desaire producido por aquella insignificante alimaña que pretendía
alimentarse de sus preciados peces, se propuso acabar con ella aquella misma
mañana, y agitando su tridente, alzó las olas, formó tormenta, rayos y truenos dirigidos
a abatir a su insignificante adversario que comenzó a batir sus alas
desesperadamente.
La caprichosa Fortuna hizo que el dios de los vientos Aeolus, llamado Eolo en la
antigua Grecia, sobrevolara en aquel instante Valencia y viera como el dios de los
mares pretendiera apropiarse de una de sus criaturas del aire. Se lanzó raudo en su
defensa. Las olas no llegaron a alcanzar a la pequeña gaviota, pues Eolo consiguió
eludir su poder dirigiendo su vuelo a lo alto, haciéndola escapar así de su perseguidor.
Pero aquí no acabó esta batalla.
El gran Neptuno, uno de los dioses más poderosos del Olimpo, herido su orgullo,
clamó venganza henchido de rabia con toda su ira contra ese maldito desgraciado,
dios de segunda, que había tenido la osadía de negarle su presa.
Mientras tanto, ya cobradas las redes que habían calado el día anterior, Pedro veía
como la mar, calma en principio, derivaba súbita e inexplicablemente en mar rizada.
Ajeno al enojo de ambos dioses, observaba preocupado las olas que eran cada vez
más y más grandes e intuyendo el súbito peligro, mientras viraba para buscar la
seguridad del puerto, dio una clara voz:
- Chiquets! A casa!
En lo alto, Eolo, sabedor de su inferioridad, subía y subía para alejarse del odio
desatado de Neptuno. Una cosa era rescatar a su gaviota y otra muy distinta quedarse
a recibir la furia del hermano de Júpiter. Una de las veces cuando miraba atrás
vigilante midiendo la distancia que les separaba, por el rabillo del ojo vio cómo una
barca con un hombre y dos zagales luchaba por alcanzar la seguridad del puerto.
Viendo que la barca se encontraba en la trayectoria que seguía Neptuno y como dios
del viento y de los navegantes que era, no pudo menos que dar la vuelta y lanzarse
en picado a socorrer a sus protegidos.
Pero ni las barcas ni los hombres vuelan.
Neptuno, que no había reparado en la barca todavía, al ver como Eolo descendía de
repente, se percató de la pugna que se libraba en la superficie y vio clara su
oportunidad. Cabalgando las olas a lomos de sus caballos blancos, aprovechó la
debilidad que por los pescadores tenía su adversario, y arremetiendo con todo su odio
contra la barca, alzó una gran ola dirigida contra el bote. Eolo hizo cuanto pudo, pero
al final… sucumbió. Y la barquita con él.
Un golpe de tridente bastó para que Foni cayese al mar. Pedro se lanzó a por él. En
el agua pugnaba por llegar al chico, que inconsciente por un golpe, se hundía y
emergía al capricho de las olas. Finalmente, consiguió alcanzarlo y reunió todas sus
fuerzas para encaramarlo a un trozo de madera. Él, exhausto, aún luchaba por
amarrar al chaval a aquella tabla cuando sintió como las redes inexplicablemente le
caían encima. La mar, su mar, tiraba de él. Hacia el fondo.
“María José, lo siento” fue su último pensamiento.
Neptuno, lejos de calmarse con la vida cobrada, quiso dejar claro su poder y humillar
a su impotente adversario. Arremetió contra la barca desde donde el hijo buscaba en
vano a su padre entre las olas. La hirió de muerte. La pobre barquita gimió
quebrándose. En su agonía sintió la necesidad de arropo, y cogió entre sus tablas el
pie de Pedrín que se hundió con ella preso por aquel letal abrazo.
Foni recobró el sentido de pronto. Joven, fuerte y buen nadador, viéndose privado de
la seguridad de la barca, que no aparecía por ninguna parte, divisó entre las olas la
cercana escollera y nadó. El dios del mar, que no había cejado en su empeño,
acrecentó el empuje hacia el interior que el poniente da a las aguas. Con todo, el chico
le ganaba terreno a la mar poco a poco. A unos cincuenta metros escasos de la costa
de la Patacona se sintió desfallecer. Intentó entonces librarse del peso muerto de la
ropa empezando a quitarse el mono. El dios río irónicamente. Enganchó la manga
suelta y tirando del muchacho lo arrastró por el fondo impidiéndole salir.
Aquella mañana quien pescó fue Neptuno. Las Parcas le dieron tres vidas humanas.
Cuán alto precio a pagar por salvar a una gaviota.
Esa tarde, María José esperaba preocupada en el balcón. Miraba sin ver cómo
aparcaba un camión en el descampado de Jerónimo de Monsoriu. El teléfono, mudo.
Dieron las siete de la tarde y no pudo aguantar más. Bajó a la sidrería. Desencajada,
solo pudo articular una palabra a modo de súplica: “Pedro…”.
El compañero de pesca de su marido y gran amigo de la familia no necesitó más. Salió
inmediatamente hacia Port Saplaya donde debía encontrar el coche o la barca.
Encontró el coche. Por la noche fueron a buscarlos en el chinchorrro de un compañero.
Pedro siempre le había dicho que, en caso de tener problemas con temporal de
poniente, echaría las redes para quedar anclado y que le buscase a unos cien metros
de la costa. Dieron mil voces. No respondieron.
Pedrín fue encontrado por un buzo de la Guardia Civil a los quince días flotando inerte
en el fondo, atrapado por la barca, con el dinero del premio de la máquina tragaperras
en el bolsillo de su chaqueta. A los pocos días, Foni, con el mono lleno de arena cerca
de la playa de la Patacona. Pedro apareció al mes en la Pollença de la costa
mallorquina con su cuerpo marcado por las redes.
Aún hoy, en uno de los campeonatos más conocidos del Marítimo, la falla Maestro
Valls homenajea a su amigo y fallero Pedro Ballester, campeón de truc de la
Agrupación y de Junta Central Fallera, ahogado junto a su hijo y su yerno.
Valencia, inconsciente de la lucha de aquel aciago día, tiene un magnífico paseo junto
al mar dedicado a Neptuno y, en cambio, relega a Eolo a una calle pequeña, más
apartada, partida en dos y que pierde su curso, abatida, descabalgada, como si la
diosa Fortuna hubiese querido recordar aquella barca que rota se hundió a ojos de la
pequeña gaviota. ”— EL BLANC